Hijos del Pasado
Por Jorge Suárez-Vélez.
En las últimas semanas hemos visto una y otra vez que el índice Dow Jones
rompe récords al alza. En mi opinión, el catalizador del alza ha sido la
exorbitante inyección de liquidez que simultáneamente hacen todos los bancos
centrales del mundo industrializado, y particularmente la Reserva Federal.
Resulta divertido escuchar los despliegues histriónicos de incontables
comunicadores y expertos que hacen desgarradores relatos del severo efecto que
tendrá el embargo (sequester) fiscal, cuando éste asciende a 44 mil
millones de dólares al año, mientras que la Reserva Federal imprime el doble de
ese monto...¡cada mes!
Aun afirmando que el alza en la bolsa
estadounidense se debe fundamentalmente a la liquidez y subrayando que el
gradual deterioro que vemos en la productividad y la reducción en los márgenes
de las empresas es relevante, sigo expresando mi certeza de que este país es el
más viable a largo plazo entre los industrializados. A corto plazo, Estados
Unidos se está beneficiando del efecto riqueza que proviene del alza en la bolsa
y de la recuperación en el mercado inmobiliario. Mientras el rendimiento que los
inversionistas reciben por dividendos al invertir en acciones sea mayor que la
tasa que reciben al invertir en bonos, el dinero seguirá fluyendo hacia mercados
accionarios.
En el caso estadounidense, la economía del país
ganará viabilidad a largo plazo debido al acceso que tendrá a energía barata
-alcanzando incluso autosuficiencia energética- lo cual le permitirá recuperar
competitividad en sus manufacturas. También sigue siendo determinante su
capacidad para desarrollar talento y tecnología en su inigualable sistema de
universidades. El Siglo XXI seguirá siendo estadounidense porque es el país
mejor posicionado para las dos revoluciones que empiezan: la energética y la de
digitalización de manufacturas. Pero, a reserva de analizar más estos temas en
un futuro cercano, los asuntos que pueden en algún momento descarrilar el
ascenso se encuentran del otro lado de los océanos.
Hay problemas que están en pleno proceso de
germinación que todavía tardarán en desarrollarse plenamente. Insisto en que la
economía china está cada día más cerca de darnos dolores de cabeza, conforme su
crisis crediticia se profundiza, amplificada por la adicción seguir alimentando
con inversión al gigante (aunque ésta esté yendo a dar a elefantes blancos que
no generan beneficio alguno después de su construcción y cuyo mantenimiento será
una pesadilla). El colosal tamaño que ha alcanzado la economía de ese país hará
que el impacto de cualquier traspié trascienda todas las fronteras. Poniendo las
cosas en perspectiva, la economía china genera una Grecia nueva cada tres meses
tan sólo con su crecimiento.
Hacia el otro océano, la crisis en Medio
Oriente amenaza con volverse ya no sólo un conflicto entre Israelíes e Iraníes,
sino potencialmente una conflagración regional entre distintas facciones
musulmanas: sunitas apoyados por Arabia Saudita (Al Qaeda, Hamás y similares) y
Shiítas apoyados por Irán e Irak (Hezbolá y similares). En este caso, también,
sería muy poco oportuna una guerra en la región, pues provocaría una fuerte alza
en los precios de hidrocarburos que se volvería un pesado yunque que hundiría
rápidamente a las economías industrializadas. A corto plazo, sin embargo, es
Europa donde se encuentra el principal riesgo.
Me parece curioso que mucha gente, incluso
algunos analistas razonablemente sensatos, afirmen que la problemática europea
está ya resuelta. Mi opinión sigue siendo la misma que expresé en un escrito en
diciembre de 2010 (Es la política, estúpido: http://www.letraslibres.com/blogs/es-la-politica-estupido-1),
el gran obstáculo para apuntalar a la eurozona es el del entorno político en
cada país que compone la unión.
Si recordamos las causas de la crisis europea,
ésta se desarrolló debido a los altos niveles de endeudamiento público que se
dieron ya sea por gobiernos despilfarradores (Grecia) o por rescates bancarios
indiscriminados (Irlanda), a la fuerte caída en la productividad que han
mostrado economías de la periferia (España, Italia, Grecia, Portugal), y a la
rigidez de una política monetaria única que benefició a Alemania pero hundió al
resto. A diferencia de lo que ocurrió con Estados Unidos en el Tratado de Libre
Comercio de América del Norte o con el Imperio Británico, el pilar de la Unión
Europea no es un importador neto de bienes como lo es Estados Unidos o lo era
Gran Bretaña, sino un país que es un gran exportador neto, el segundo o tercer
mayor exportador del mundo después de China y junto con Estados Unidos. Alemania
exporta 51% de su PIB, y la mitad de lo que vende lo compran sus vecinos
europeos. En estricto sentido, éstos se han endeudado con Alemania para tener
con qué comprarle más a la misma Alemania.
Alemania se benefició de un euro barato (de
haber prevalecido el marco alemán, éste sería una moneda fortísima, el euro
afectado por la periferia no lo es) y de haber hecho reformas económicas que
incrementaron fuertemente su productividad en la época de Schroeder. Pero, la
combinación fue letal cuando países como Italia, por ejemplo, mantuvieron su
carísimo estado benefactor, y decidieron también mantener los excesivos
privilegios de sus poderosos sindicatos. Esa situación les llevó a gradualmente
ir importándolo todo, porque su industria no podía competir con la alemana. El
desafortunado y potencialmente volátil resultado es una Europa bipolar en la que
el bloque "alemán" -Alemania, Austria, Holanda, Luxemburgo- ha sobrevivido a la
crisis, mientras que los países periféricos -Irlanda, España, Portugal, Grecia,
Italia, Chipre, y ahora incluso Francia- sufren una crisis económica sin
precedente desde la Segunda Guerra Mundial.
Lo que vimos recientemente en las elecciones
italianas es sólo el preámbulo a las crisis políticas que vienen. Los italianos
votaron contra todo en una elección que parece hacer eco a aquel canto de "que
se vayan todos" que escuchábamos en la Argentina del "corralito". 25% de los
electores y casi la mitad de los jóvenes, sufragaron a favor de Beppe Grillo, un
comediante. Monti, el candidato más serio, recibió apenas 10% de los votos. Si,
como dijo el Economist, consideramos que Berlusconi es el otro "payaso"
en la fiesta, entre Grillo y él recibieron 54% del sufragio total. Dentro de la
plataforma de Grillo, quien encabeza el programa Cinco Estrellas, está la idea
de realizar un referéndum para ver si los italianos quieren mantenerse dentro de
la eurozona o abandonarla.
Los electores se han vuelto cínicos, abrumados
por la profunda ineptitud de sus gobernantes que además de incompetentes a veces
resultan ser corruptos, como hemos confirmado recientemente en España. Al igual
que ha ocurrido en otros momentos en la historia, la democracia está hoy en
crisis. Los votantes ven con asco cómo sus legisladores favorecen una medida
cortoplacista tras otra en búsqueda de maximizar su propio capital político, en
detrimento de las perspectivas futuras. En Estados Unidos, por ejemplo, caen en
un embargo fiscal absurdo e ignoran la imprescindible reforma de los grandes
planes de beneficencia social (social welfare) que están estrangulando a
la economía; en España se permite que los bancos sigan manteniendo en sus libros
sin castigo la enorme deuda de desarrolladores inmobiliarios o de otras empresas
claramente reventadas, esperando un milagro que permita que la situación se
recupere y la recapitalización se evite.
En Grecia, el electorado le ha dado 21 escaños
a un partido nazi que ha resultado favorecido por la crisis, al igual que otros
partidos de extrema derecha como el Frente Nacional de Marine de Le Pen en
Francia, el Partido de la Libertad de Strache en Austria, el Partido Holandés
para la Libertad de Wilders en Holanda, el Jobbik en Hungría, y el Partido del
Pueblo Danés en Dinamarca. Los extremismos han estado siempre ahí, pero salen de
sus madrigueras cuando el pueblo sucumbe ante la seducción de cacerías de
brujas, alquimia y recetas mágicas.
Se ha perdido tiempo muy valioso en un esfuerzo
mediocre por enfrentar la crisis. Si somos simplistas y vemos el problema
europeo como uno que tiene dos componentes, fiscal y de pérdida de
competitividad en la periferia, todas las medidas que se han tomado atacan sólo
el primer problema, pero no el segundo. Sí, que el Banco Central Europeo
ofreciera salir a comprar todos los bonos españoles y griegos incrementó el
precio de éstos provocando una caída en las tasas de interés que llevó el costo
de la deuda a niveles sostenibles. Pero, falta que se ponga a prueba la firmeza
del BCE cuando enfrente una crisis mayor. No es lo mismo rescatar a Chipre que a
España.
En forma por demás absurda, el reciente rescate
de los bancos chipriotas introdujo una nueva modalidad de rescate bancario
diferente a la griega que ya había sido distinta a la de Islandia o Irlanda.
Esta era la gran oportunidad para que la troika europea mostrara la voluntad de
encaminarse hacia una "unión bancaria" sólida que proveyera de seguridad a todos
los depositantes bancarios de la eurozona. En vez de eso, acabaron manejando la
crisis de los bancos de Chipre introduciendo elementos que son potencialmente
delicados si se les extrapola a otras crisis potenciales.
La decisión de hacer que los tenedores de bonos
y los depositantes bancarios cubran parte del descalabro de los bancos podría
hacer sentido si previamente hubiera habido claridad de que sólo los primeros
cien mil euros en una cuenta estaban asegurados y si fuese transparentemente
claro que ésta será la solución que se aplicará a cualquier rescate subsecuente.
Lejos de eso, se le hace ver como una situación que aplica sólo a Chipre, lo
cual lleva a que aparentemente habrá miembros de primera y miembros de segunda
de la eurozona.
Este precedente debería hacer que los bancos
españoles o italianos tengan que pagar tasas más altas que los bancos alemanes u
holandeses por los depósitos que reciben, más aún, las tasas de depósitos a
plazo deberían igualarse con las de bonos emitidos por los bancos, pues
claramente ambos reciben el mismo castigo. En estricto sentido, la medida
adoptada en Chipre deja claro que aumentará el costo de fondeo (la tasa que
pagan los bancos por financiarse ya sea con recursos del público o con líneas de
crédito que provienen de otros bancos) de bancos débiles.
En Chipre no sólo se castigó a oligarcas rusos
que tenían cuentas escondidas en los bancos de ese país, se afecta también a
empresas que tenían ahí la chequera para pagar la nómina de sus empleados, o a
retirados que tenían ahí el ahorro de una vida de trabajo. Por si fuera poco,
también se les impuso un control de capitales limitando cuánto pueden sacar de
su chequera o sacar del país.
Estoy de acuerdo en que cuando un banco quiebra
se afecte en orden a los accionistas, a los tenedores junior de bonos emitidos
por el banco, después a los más sénior en la estructura de capital del banco y
por último a depositantes que exceden al seguro establecido por entidades del
perfil del FDIC en Estados Unidos o del IPAB en México; todo eso antes de hacer
que se rescate con recursos de los contribuyentes fiscales. Eso previene el daño
moral que es, a largo plazo, extraordinariamente peligroso. Sin embargo, eso no
es lo que se hizo en rescate previo alguno y cambiar las reglas en cada rescate
hace absolutamente impredecible qué pasará en el siguiente, e inyecta
volatilidad innecesaria a los mercados. En este caso, también, se optó por una
solución así por la situación política alemana, pues hubiera sido muy complicado
para Merkel volver a justificar el uso de recursos alemanes para rescatar a
depositantes rusos, cuando estamos a cinco meses de las elecciones
alemanas.
Una vez más, los gobernantes europeos muestran
su miopía y su incapacidad para tomar decisiones supranacionales, enfrentando a
sus electorados. Seguir posponiendo la resolución del problema le resta
posibilidad de resolución pues, como vimos en Italia, los electores se están
cansando y empiezan a darse cuenta de que su sacrificio está siendo en vano,
pues la parte estructural de sus problemas sigue intacta.
Sigo apostando a que si la eurozona prevalece
lo acabará haciendo con menos miembros que los 17 con que hoy cuenta. En el
extremo, como dije en mi libro Ahora o Nunca, incluso crece gradualmente
la posibilidad de que la solución eventual simplemente sea que Alemania abandone
el euro, si la situación que vivimos perdura lo suficiente para darle tiempo a
que en ese país surja una oposición que catalice el creciente sentimiento
antieuropeo y la nostalgia por el marco, su legendaria moneda.
Lejos de lo que los políticos europeos piensan,
el tiempo no es su aliado, es su peor enemigo. Miguel de Unamuno decía que uno
debía procurar ser más padre de su porvenir que hijo de su pasado. La falta de
visión y de valor de los gobernantes europeos (y de los de otros sitios) parece
condenarnos cada día más a ser esto último.
Jorge Suárez Vélez
Marzo 23,2013
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