La era naranja
Mark Twain decía que la historia no se repite, pero rima. La
palabra en inglés, "orange" es el único caso que conozco de una palabra sin rima
posible. Por ello, quizá habría que bautizar a esta época como la "era naranja",
pues en términos económicos no rima con otra previa.
Nunca antes hemos visto crisis económicas en las que los bancos
centrales del mundo hayan estado dispuestos a imprimir como hoy. La impresión
usualmente estaba acotada por la posibilidad de riesgo inflacionario. Hoy, hemos
visto al banco central estadounidense imprimir 20% del PIB e incluso al suizo
imprimir 60%, y a pesar de eso, me confieso más preocupando por el riesgo
deflacionario. El crecimiento en productividad internacional por robotización,
la reducción en costos por globalización, el uso masivo de internet en todo tipo
de abatimiento de costos, e infinidad de otros factores, han hecho que este sea
una era de poco crecimiento económico, de baja demanda, de alto desempleo, pero
de sólida generación de utilidades corporativas.
La impresión ha funcionado como una potente droga que evita que se
sienta el dolor extremo, pero que no cura enfermedad alguna, para esas hay que
recurrir a la cirugía profunda. En algunos países, como Estados Unidos,
lentamente se ha ido haciendo uso del bisturí (recapitalización bancaria,
gradual reducción del gasto militar, incremento en la recolección de impuestos,
etc.). En Europa parecen proclives a la cirugía cosmética, cuando lo que se
necesita es de trasplante de órganos. A nivel individual, cada país parece
convencido de que lo que los cura a ellos es que operen al vecino.
Mientras tanto, el mundo sigue evitando la debacle. El riesgo de un
colapso mayor ha estado ahí, no es exageración afirmarlo. Y, por ello, es lógico
que éste tuvo un impacto determinante en la distribución de dinero a diferentes
clases de activo en las que se puede invertir. La colosal liquidez no se ha
convertido directamente en oferta de crédito o aumento en la inversión. Esto es
razonable. Primero, las familias tienen que desendeudarse; además, las empresas
no necesitan capacidad nueva, pues la demanda está y seguirá deprimida.
Recordemos que una forma en que los bancos centrales han generado
liquidez es comprando bonos emitidos por sus gobiernos. Cuando las tasas de
interés se acercan a cero, esta es una de las pocas opciones viables de política
monetaria. Al hacerlo, han hecho que las tasas de interés bajen y esa reducción
ha tenido marginalmente un impacto positivo en mercados de bienes raíces, por
ejemplo.
La reducción en tasas, ordinariamente, hubiera hecho que
desapareciera la demanda por bonos que proviene de inversionistas individuales.
Ésta, sin embargo, se incrementó a pesar de que la tasa ofrecida ni siquiera
cubre la tasa de inflación, y lo hizo porque la gente estaba más consternada por
proteger su capital que por incrementarlo (return of capital, not return on
capital). Esta es sólo la tercera vez en la historia que ha habido tasas de
interés reales negativas (menores a la inflación) por un periodo prolongado.
Ocurrió previamente después de la Segunda Guerra Mundial y a fines de los
setenta, ambas veces en entornos de alta inflación.
Que yo recuerde, nunca antes hubo una distribución tan sesgada
hacia una clase de activo que garantiza no dar rendimiento y que implica un alto
riesgo. Lejos de cómo se percibe, invertir en un bono de alta calidad hoy
garantiza que manteniendo un bono a vencimiento se genera una pérdida
considerable en términos reales (si se considera inflación), y una venta
anticipada tiene también un alto riesgo de pérdida. Si la tasa del bono del
tesoro estadounidense a 10 años subiera 0.21% (0.14% tratándose de un bono
alemán al mismo plazo), esa alza se come todo el rendimiento de los bonos a diez
años en circulación; cualquier alza adicional implicaría, incluso, pérdida de
capital. Esta es la mayor burbuja de la historia en el mercado de bonos de alta
calidad.
Ahora, conforme se percibe que el riesgo de colapso
es menor, hemos visto y seguiremos viendo una significativa redistribución de
recursos saliendo de mercados de bonos y yendo a mercados de "activos reales",
como acciones y bienes raíces. Las valuaciones de acciones en Estados Unidos y
Europa siguen siendo razonables, relativas a la generación de utilidades
corporativas, y además muchas empresas han utilizado su liquidez para recomprar
sus propias acciones, por lo que ese proceso incrementa el atractivo de éstas.
¿Hará eso que suban pronto las tasas de interés? No. Los gobiernos seguirán
imprimiendo y comprando bonos por mucho tiempo más. ¿Hay riesgo de que haya
inflación pronto? No. De hecho, seguiremos viendo a Estados Unidos mostrando
crecimiento bajo (entre 1.5% y 2%), la economía europea seguirá estancada o
incluso en recesión, Japón crecerá un poco este año pero después pronto
regresará a un crecimiento anémico y, más importante, el crecimiento chino se
seguirá desacelerando. Las medidas que está tomando el gobierno para reducir el
problemón crediticio, la reducción de la calificación de Fitch de la
deuda china, y la probabilidad de que el gobierno central tenga que salir a
rescatar a las quebradas municipalidades, llevarán a que quizá en el segundo
semestre de 2014 China esté creciendo a tasas de 5%. La reducción en la demanda
china de materias primas tendrá un impacto importante en economías -unas
emergentes (Brasil y Chile) y otras no tanto (Canadá y Australia)- que habían
estado creciendo.
¿Cuándo se revertirá el enorme proceso de inyección de liquidez de
los bancos centrales? Difícil dar una fecha con certeza, pero no será ni este
año ni el año que viene. ¿Cómo ocurrirá ese proceso? No lo sabemos, nunca había
ocurrido en la historia. Recordemos que ésta es la "era naranja". Como me dijo
el economista Luis de la Calle: "Lo que sí sabemos es que la mayoría se enterará
una vez que haya empezado a suceder, no antes."
Jorge Suárez Vélez
Abril 11, 2013
buen dia ,entonces donde y en que hay que invertir?
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