No es un abismo fiscal, son cuatro - Enero, 2013
En las últimas semanas, y no sólo en Estados Unidos, el tema del
"abismo fiscal" generó nerviosismo y ansiedad. En mi opinión, la gran mayoría de
los nerviosos y ansiosos no entendían del todo bien por qué debían estarlo, sólo
sabían que algo horrible podía pasar, sin tener claro en qué les afectaría a
ellos. A éstos les tengo una buena noticia, el riesgo del abismo fiscal fue
conjurado; pero, también les tengo una mala noticia, pues lo que acabamos de ver
no es más que la primera -y más leve- de las cuatro batallas de que constará
esta guerra campal. Trataré de simplificar lo más posible para explicar qué
pasó, qué sigue y por qué es importante. Para evitar un escrito demasiado largo,
dividiré los temas en varios escritos.
Algo que hace particularmente relevante esta disputa es el hecho de
que, en el fondo, se está dirimiendo sobre uno u otro modelo de país. Siendo
simplistas, los republicanos creen que el gran déficit fiscal se generó porque
el estado es demasiado grande y que, por ello, se gasta demasiado. Los
demócratas creen que el problema proviene de que la recolección de impuestos no
es suficiente porque los "ricos" y las empresas no pagan lo que deberían. Los
republicanos creen que los programas sociales como Medicare (seguro
médico para mayores de 65 años), Medicaid (seguro médico para gente
pobre), pensiones de Seguro Social, pensiones para veteranos, etcétera, son
insostenibles y tienen que ser revisados. Los demócratas creen que son derechos
ya adquiridos que no admiten modificación alguna. Ambas plataformas están
plagadas de contradicciones. Los republicanos creen que el gasto público es
excesivo, pero se rehúsan a reducir el colosal, inflado e ineficiente gasto
militar; los demócratas creen que los programas sociales son sagrados, pero
ignoran el hecho de que con toda certeza al estado no le alcanzará para
cubrirlos cuando la población envejezca, independientemente de cuánto suban los
impuestos.
Empecemos por el principio. Si bien el Departamento del Tesoro de
los Estados Unidos puede emitir deuda pública, la ley estadounidense establece
que el poder legislativo autoriza el límite máximo de deuda que puede ser
contraída por el gobierno. El llamado "abismo fiscal" fue un proceso que el
propio gobierno estadounidense generó cuando en 2011 no llegaban a un acuerdo
sobre qué impuestos aumentar y cuáles gastos recortar para que Estados Unidos
volviera a la senda de la disciplina fiscal, después de haber saqueado las arcas
federales para el colosal rescate a bancos, empresas automotrices, estados,
municipalidades y demás beneficiarios de la generosidad gubernamental después de
la crisis de 2008.
Para aumentar el "techo de endeudamiento", el gobierno se
autoimpuso una enorme sanción potencial, el famoso "abismo fiscal", que
reventaría el primer día de 2013. A no ser que se llegara a un acuerdo sobre
cómo sanear las finanzas públicas, se dejaría que el primero de enero de este
año expirara la reducción a la tasa de impuesto sobre la renta de los individuos
que estableció George W. Bush en 2001 y 2003 en forma temporal (cuando buscaba
estimular a la economía después de que reventó la burbuja de las "dot com").
Adicionalmente, se establecía un "embargo" del gasto público en el cual se
harían recortes automáticos en los presupuestos de alrededor de mil agencias y
programas estatales, la mitad del recorte total provendría de reducciones al
gasto militar (así se estableció, intencionalmente, para que la reducción
automática de gasto le doliera también a los republicanos). Entre aumentos a
impuestos y recortes al gasto, el déficit fiscal estadounidense se hubiera
reducido en alrededor de 560 mil millones de dólares al año. Hacer esto de golpe
hubiera garantizado una nueva recesión, al sacarle casi 4% a la economía del
país que se espera crezca sólo alrededor de 2% en 2013.
En las primeras horas de este año, los legisladores estadounidenses
lograron un acuerdo para permitir que la reducción temporal de impuestos
expirara sólo para aquellos individuos que ganan más de 400 mil dólares al año
(o familias que ganan más de 450 mil), volviéndose permanente para quienes ganan
menos que esa cantidad. En el pacto, se acordó también posponer por dos meses el
"embargo" al gasto público. Por ello, la segunda batalla de esta guerra ya tiene
fecha, y ésta está programada para el primero de marzo, y promete ser mucho más
encarnizada que la primera.
Esto se debe a que en la batalla que acaba de ocurrir, el
presidente Obama y los demócratas tenían una mucho mejor posición para negociar.
La ausencia de un acuerdo provocaría un aumento automático de impuestos y una
reducción del gasto público que en conjunto generarían una recesión de la cual
se culparía a la "intransigencia republicana" en la cámara baja, bajo su
control. Pero, la negociación reciente finalmente hizo que la reducción temporal
de tasas impositivas que hizo Bush sea permanente para 99.5% de la población
estadounidense. Los demócratas se han quedado sin la posibilidad de utilizar la
expiración de ésta como amenaza latente.
Ahora, los republicanos esperan que los demócratas sean quienes
cedan, accediendo a recortes en gasto y reformas a los programas sociales, para
evitar el embargo. Sienten que al haber estado de acuerdo con un aumento de
impuestos, el primero aprobado por una cámara bajo control republicano en más de
20 años, ya hicieron su parte. Ciertamente, esa aprobación les está costando
sangre con su base más dura, y particularmente con los miembros del "Partido del
Té".
Pero, quizá haya otra batalla antes del primero de marzo. Ésta se
debe a que el nuevo techo de endeudamiento de 16,394 millones de millones de
dólares ha sido rebasado, según admitió el propio Secretario del Tesoro Tim
Geithner la semana pasada. El Tesoro tiene facultades para emitir deuda por
alrededor de 200 mil millones de dólares por "medidas extraordinarias", lo cual
les da un par de meses de margen antes de que la hoja de la guillotina
caiga.
En estricto sentido, el incrementar el límite de endeudamiento no
es un permiso para que el gobierno gaste más, sino simplemente el reconocimiento
de que para pagar lo que ya se gastó es a veces necesario "aumentar el límite de
la tarjeta de crédito". Sin embargo, los republicanos están resentidos porque en
la reciente negociación la inmovilidad les afectaba pues ésta provocaba aumentos
automáticos de impuestos para todos. Ahora, una potencial falta de acuerdo le
duele más a los demócratas, pues muchos programas públicos resultarían afectados
(aunque, como dije antes, la parte militar afecte más a la base
republicana).
Por último, la cuarta batalla viene porque el 27 de marzo se vence
la "resolución de continuidad" establecida por seis meses en septiembre de 2011.
Ésta proveyó al gobierno con los recursos necesarios para agencias programas y
servicios federales, e incluso para poder hacer frente a emergencias y desastres
naturales, pues el gobierno de Obama ha sido incapaz de lograr la aprobación de
un presupuesto en tres años (en el último intento, el 16 de mayo de 2012, el
senado de mayoría demócrata votó unánimemente en contra de la propuesta del
presidente, cuya iniciativa de presupuesto para 2013 recibió cero votos a favor
y 99 en contra, para el presupuesto de 2012 el resultado fue cero a favor y 97
en contra). De no lograrse una nueva resolución, todas las agencias y servicios
no esenciales del gobierno tendrían que suspender sus funciones después de esa
fecha. Eso es algo que ocurrió dos veces en el gobierno de Bill Clinton, ante
las confrontaciones que tuvo con la Cámara de Representantes republicana cuando
Newt Gingrich era su líder. En la opinión de este último, parte del éxito fiscal
de la administración de Clinton se debió a la férrea oposición republicana a
mayor gasto público, la cual llevó a que el presidente eventualmente declarara
que "los días del gobierno grande habían llegado a su fin".
El presidente Obama declaró que no habrá negociación alguna para
incrementar el techo de endeudamiento. En el extremo, hay quienes creen que el
presidente podría acogerse a la 14ª enmienda de la constitución que,
interpretada en forma "amplia", le permitiría declarar inconstitucional el que
el congreso se rehusara a proveerle con los recursos para pagar la deuda. Este
argumento legal es, en mi humilde opinión, endeble porque lo que se está
impidiendo no es que el gobierno pague la deuda sino que se siga endeudando. El
gobierno tiene que hacer pagos de intereses sobre la deuda existente por
alrededor de 300 mil millones de dólares en el año, y tiene ingresos por
recaudación fiscal equivalentes a alrededor de ocho veces ese. Siempre está en
la posibilidad de reasignar el gasto privilegiando el pago de la deuda, si esa
es su prioridad.
Pero, sin duda, ese sería el argumento en contra de la Cámara de
Representantes de mayoría republicana, si no se aprueba el aumento en el techo
de endeudamiento. Por ello, la posición más inteligente de los republicanos
quizá sería concentrar su capital político en las otras dos batallas, amenazando
con dejar que el "embargo" en el gasto público ocurra, y rechazando aprobar una
nueva resolución de continuidad, forzando al cierre del gobierno federal, a no
ser que obtengan promesas de reducción en gasto público que sean suficientes.
Pero no hay evidencia en las negociaciones recientes de que los republicanos van
a asumir una posición negociadora inteligente. De hecho, cometieron un error
garrafal, en mi opinión, al no apoyar al líder de la mayoría republicana en la
cámara baja, John Boehner, cuando trató de que los representantes republicanos
pasaran una iniciativa que limitaría el aumento de impuestos a quienes ganan más
de un millón de dólares. Pasarla hubiera puesto a Obama contra la pared. Al no
hacerlo, el límite se estableció simplemente en 400 mil dólares, afectando a un
porcentaje mayor de la población con el incremento.
Parece un hecho que lo que acabamos de ver será sólo un tímida
riña, relativa al tamaño de la brutal bronca que se avecina. Desafortunadamente,
ésta retrasará cualquier discusión legislativa sobre la reforma migratoria, cuya
aprobación parecía inminente; y, también, la posible negociación sobre la
reanudación de la ley que prohibía la compra de armas de asalto, que sería de
gran utilidad para el combate al crimen organizado en México, Centroamérica,
Colombia y otros países.
En mi próximo escrito explicaré por qué el reciente acuerdo fue un
desastre para el presidente Obama, para demócratas, para republicanos y, sobre
todo, para el pueblo estadounidense. Desafortunadamente, estamos a años luz de
donde deberíamos estar y una gran oportunidad ha sido desperdiciada.
Jorge Suárez-Vélez
Enero 6, 2013
1 comentarios:
Los recortes de gastos que hagan seran insuficientes. Siempre lo son sin importar el grado de desarrollo del pais. Seria interesante analizar que efectos tendra sobre los bonos, stocks y oro, aunque sospecho que el rendimiento de los bonos seran una buena opcion si no logran reducir mucho el deficit...IMHO
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