sábado, 4 de abril de 2009

Jorge Suarez: Regando el jardín con la casa en llamas

Regando el jardín con la casa en llamas

La administración de Obama lleva cincuenta días en el poder y enfrenta ya un número sin precedente de decisiones con potencial impacto de largo plazo.

Hay dos preguntas clave, en mi opinión. ¿Está abriendo demasiados frentes de batalla a la vez? ¿Está yendo a éstos con el ejército adecuado?

La historia nos muestra que cuando hay una crisis de la magnitud de la actual, el ejecutivo en turno se dedica en forma casi exclusiva a apagar el incendio. Aun en la época de la Gran Depresión, Franklin Delano Roosevelt se dedicó al principio de su administración a sortear la enorme crisis financiera. Con excepción de poner fin a la prohibición y al patrón oro en 1933, su primer año de gobierno, las grandes medidas del llamado “New Deal” (el nuevo acuerdo), como la creación de la Ley del Seguro Social (1935) y la Ley de Estándares Justos de Trabajo (1938) fueron muy posteriores.

Se puede decir que Roosevelt se avocó en un principio a pasar las medidas de emergencia: el alivio a trabajadores, a agricultores y una reforma de emergencia al marco legal bancario (ante la quiebra de miles de bancos y la ausencia de mecanismos para proteger depósitos del público). Aun tratándose de medidas que originalmente fueron concebidas como temporales, el alivio a agricultores, por ejemplo, acabó deformándose en un grotesco subsidio a los grandes productores que sobrevive hasta hoy en día (aunque Obama ha manifestado su intención de abolirlo). Es decir que aunque sean teóricamente medidas de emergencia, algunos de estos estímulos “temporales” acaban adquiriendo carácter de permanentes, ante el alto costo político de revocarlos.

Intentar hacer cambios de fondo y, más aún, intentar aquellos que implican migrar hacia un paradigma diferente, puede resultar excesivamente audaz pues invita a que se radicalicen las posiciones dentro de la arena política. Equivale más o menos a que cuando se nos está quemando la casa, decidamos aprovechar que sacamos la manguera para ponernos a regar el jardin.

Esto viene a colación por la frase de Rahm Emmanuel, uno de los tres asesores más cercanos de Obama (siendo Valerie Jarrett y David Axelrod los otros dos, todos de Chicago) “nunca hay que dejar que se desperdicie una crisis severa”. Lo que Emmanuel quiere decir es que es justo en medio de éstas cuando hay que aprovechar el pánico y la conmoción para tratar de hacer cambios fundamentales, ante la dificultad que presenta que al oponernos a éstos estemos estorbándole a los bomberos que buscan “apagar el incendio”.

Por ello, me sigue pareciendo relevante la analogía del presupuesto como un Caballo de Troya que disfrazado de estímulo fiscal –el camión cisterna con toda el agua que se requiere para apagar el colosal fuego que amenaza con quemar el vecindario- se acabará destinando a regar el jardín, poniendo en riesgo que no haya suficiente agua -capital (físico e incluso político)- para enfrentar el voraz siniestro.

Tuve la oportunidad de hablar con gente del partido demócrata la semana pasada, el más relevante de ellos el ex presidente Bill Clinton. Lo que me alarma es, por una parte, el resentimiento de los demócratas más radicales, quienes sienten que en la administración de Clinton desperdiciaron los primeros dos años en el poder y, por no haber aprovechado un momento de alta popularidad y control de ambas cámaras, trataron de empujar reformas demasiado tarde, ya con los republicanos en control tanto del congreso como del senado, después de la elección de 1994. Ahora no quieren tomar riesgos, quieren tratar de pasarlo todo y crear un cambio drástico, pues confían en que es éste por el que la gente votó en la última elección. Como dicen, Obama no está haciendo nada diferente a lo que dijo durante su campaña que iba a hacer.

Por otro lado, Clinton –en corto- se manifiesta en contra del surgimiento de actitudes proteccionistas en el seno del partido demócrata, como la de Patrick Leahy (senador por el estado de Vermont), uno de los más vocales opositores al tratado de libre comercio entre Estados Unidos y Colombia; en contra de las posturas anti-inmigrante, como la prohibición de que los bancos que han recibido recursos del programa de alivio a activos en problemas (TARP) contraten a empleados inmigrantes (quienes trabajan con una visa H-1); y afirma que si Estados Unidos no logra reducir el gasto en provisión de salud de 20% DEL PIB a 12%, este será el final del dominio económico estadounidense.

Mi comentario a la gente del partido sería que, si bien Obama está haciendo lo que era su plataforma electoral, ésta fue diseñada hace un par de años, mucho antes de que fuera obvio el incendio. En mi opinión, ver las llamas debería ser una clara invitación para cambiar las prioridades. Estoy de acuerdo con las observaciones de Clinton, pero claramente su partido tomó la dirección opuesta.

Obama necesitará, tarde o temprano, del apoyo republicano. En forma curiosa, lo está necesitando para ratificar a su equipo. Si usted abre la página de Internet de la Secretaría del Tesoro (http://www.treasury.gov/organization/officials.html), en la sección de funcionarios aparece uno solo Timothy Geithner. La falta de un equipo alrededor de éste se explica por dos razones. Primero, porque Obama ha privilegiado a un grupo de súper secretarios[1] alrededor de él en la Casa Blanca, debilitando al gabinete. Segundo, porque ante la radicalización de posturas políticas en el senado, y los escándalos alrededor de Daschle y del mismo Geithner, tienen que proponer solamente candidatos con un pasado inmaculado (y, como podemos sospechar, no hay muchos que merezcan el calificativo). Eso hace que muchos posibles candidatos hayan rescindido su candidatura (en esta secretaría, Annette Nazareth, Rodgin Cohen, George Cohen; además del mismo Daschle, Sanjay Gupta, Charles Freeman y otros para puestos clave en otras áreas).

Cabe señalar también que hay enormes dudas sobre la capacidad de Geithner, quien ha sido apodado “Tiny Tim” (el pequeño Tim), haciendo referencia al personaje ficticio del “Cuento de Navidad” (A Christmas Carol) de Charles Dickens; situación poco oportuna en medio de la mayor crisis financiera en ochenta años.

Entonces, en medio de una guerra tan importante, la gente alrededor de Obama no tiene equipo. Los organizadores de la gran cumbre del G20 en Londres, a celebrarse el dos de abril, se quejan de no tener con quien hablar en la Secretaría del Tesoro estadounidense, para coordinar su participación.

La ausencia de equipo está provocando una situación mucho más delicada. Obama parece estar dejando que sea el mismo legislativo demócrata quien diseñe políticas cruciales, como el paquete de estímulo, que consecuentemente quedó infestado de los gastos superfluos impulsados por los legisladores: siete mil millones de dólares para remozar los edificios del gobierno federal, seiscientos millones para nuevos automóviles para el gobierno federal (mas tres mil millones previamente parte del presupuesto), y 54 mil millones de dólares que la propia oficina para el manejo del presupuesto gubernamental (Office of Management and Budget) había clasificado como “ineficiente” y rechazado por auditorías previas.

A pesar de la mala experiencia, parece que será el mismo legislativo quien tome la iniciativa para el diseño del programa para proveer salud universal. ¿Qué tan factible cree que sea que éstos lleguen a la eficiencia presupuestal que tan tajantemente subrayó Bill Clinton?

Puede resultar arriesgadísima la apuesta para –simultáneamente- apagar el incendio y regar el jardín, pues la política complicará una situación que es, por sí misma, delicada.

Jorge Suárez Vélez
Marzo 15, 2009

[1] Por ejemplo, Larry Summers para temas económicos, el general James Jones para temas de seguridad nacional, y donde hubiera estado Tom Daschle quien fue víctima del proceso de ratificación sólo porque era el único que compartía un puesto en el gabinete, y otro en la Casa Blanca, a cargo de la reforma al sistema de salud.

Nota: Jorge Suárez es columnista en la cadena CNN y gentilmente aceptó colaborar con RoccaCharts para la publicación de sus escritos.

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