domingo, 2 de agosto de 2009

Jorge Suarez: Reacciones Pavlovianas

Reacciones pavlovianas
Por Jorge Suárez Vélez

Vivimos en un mundo influido por los medios de información masivos, a veces, en forma frontal, pero otras veces subliminalmente. En Estados Unidos, por ejemplo, se ha vuelto común ver que todos quienes trabajan en el sector financiero tengan prendido en su lugar de trabajo un televisor con la imagen de la cadena CNBC regurgitando noticias –unas trascendentes, otras banales- mientras que algún “sabio” interpreta qué efecto tendrá cada una en los mercados de acciones, bonos, monedas, materias primas, o en el futuro de las economías del mundo.

Estoy convencido de que ha habido un cierto contubernio entre medios e intermediarios para ir fomentando una cultura pavloviana[1] entre los inversionistas. Si una acción baja, hay que comprar, si sube, vender; si el mercado accionario bajó en los últimos meses, seguro viene una recuperación igualmente fuerte después; si hay estímulos fiscales, eso eso provocará crecimiento económico; si hay mucha emisión monetaria, habrá inflación; cada noticia sobre cada indicador económico amerita una acción concreta de cajón, un reflejo condicional. ¿El resultado? Que los inversionistas hagan más y más transacciones sintiéndose proactivos e informados, a pesar de que el resultado de ese tipo de estrategia es, a largo plazo, siempre malo para el inversionista, pero muy rentable para el intermediario.

Analistas e inversionistas siguen viendo la crisis actual como si fuese, simplemente, un caso extremo de una corrección normal. No lo es. Como he dicho hasta el cansancio, estamos frente a un ajuste profundamente estructural.

Desafortunadamente, la aplicación de las recetas de cocina que todos recitan ha llevado a una contundente recuperación en los mercados provocando que el comportamiento de éstos tenga poca relación con lo que está ocurriendo en la economía. El reporte de las cifras de desempleo la semana pasada, por ejemplo, es evidencia del agudo ajuste que está ocurriendo en la economía, pero –a la vez- es causa para qué éste se siga profundizando.

La cifra de desempleo ha llegado ya a 9.5%, pero si incluimos a quienes están subempleados por no tener acceso a un trabajo mejor, hay 30 millones de estadounidenses sin empleo. Muchos de ellos, han decidido utilizar su tarjeta de crédito como puente para mantener su estilo de vida, con la esperanza de que pronto serán contratados. No sólo la mayoría de ellos no lo serán, sino que la cifra rebasará 10.5% (en mi opinión) a mediados de 2010. ¿Se acuerda usted de cuando Obama empujó al legislativo a aprobar su segundo paquete de estímulo fiscal porque, de no hacerlo, el año próximo el desempleo rebasaría 9%? Pues apenas en la primera mitad de 2009 ya estamos muy por arriba.

Por ello, la morosidad en la cartera de tarjetas de crédito bancarias ha llegado a su nivel más alto desde 1974 y, con certeza, el deterioro continuará. Esto llevará a que los bancos reduzcan la disponibilidad de crédito y busquen recuperarse con otros cargos por los servicios que prestan. Esto se combina con la aún creciente morosidad en las carteras hipotecarias donde, aún en casos de hipotecas de alta calidad, no se está pagando debido a que la deuda vale tanto más que el inmueble.

En un entorno como el actual, vemos cómo los patrimonios de las familias se contraen y los ingresos bajan, pero el valor de lo que se debe se mantiene inconmovible y sin cambio.

El alto desempleo es profundamente deflacionario. Por ello, la reacción pavloviana de pensar que un alto nivel de emisión monetaria se traducirá en inflación está equivocada. Como he dicho antes, es imposible generar inflación con el colosal nivel de capacidad instalada que está ocioso, y con tanta gente dispuesta a reemplearse aceptando recortes en su ingreso. Al menos este año y el que viene, la inflación será menor a uno por ciento en Estados Unidos.

Pero, como decía, los efectos del desempleo son múltiples. La recaudación fiscal es su otra víctima. Conforme la gente deja de trabajar, no sólo deja de pagar impuestos sino que, además, se vuelve una carga mayor para el estado, ya sea mediante el cobro de seguro de desempleo, o utilizando escuelas públicas. Las finanzas de municipios y estados han sido devastadas por la caída en el ingreso de las familias. Esto ocurre cuando la otra fuerza deflacionaria entra en acción: la caída en el precio de los activos. Conforme los precios de los inmuebles bajan, los impuestos prediales también se reducen.

En el extremo, estados como California viven la peor crisis fiscal en su historia. El enorme déficit que las finanzas públicas presentan para este año y el que viene han llevado a que proveedores y empleados del estado estén recibiendo pagarés ante la imposibilidad de que el estado les envíe un cheque. En lo que es el epítome de la parálisis legislativa, el congreso estatal no logra ponerse de acuerdo para aprobar un presupuesto que necesariamente implica recortar gastos e incrementar impuestos. En parte, porque cuando el fornido gobernador del estado decidió consultar a los electores en el mes de mayo, éstos rechazaron medidas que evitarían incrementos en la nómina estatal en caso de que se presentara un déficit, y votaron a favor de proyectos que implican considerables desembolsos de recursos del gobierno.

La solución es, sin embargo, impostergable. Su articulación, desafortunadamente, es delicada. En un estado de más de 37 millones de habitantes, los 144,000 individuos que pagan más impuestos generan 25% de los recursos del estado. La tentación de la legislatura demócrata es cobrarle aún más a quienes más tienen. Eso ha llevado a que, crecientemente, los empresarios californianos manejen sus empresas desde Nevada, estado sin impuesto estatal al ingreso de los individuos.

En la realidad que vivimos, una buena parte del colosal estímulo fiscal federal será compensado por un incremento en los impuestos municipales y estatales. El gobierno socialista de Obama no titubeará en incrementar los impuestos que pagan individuos y empresas para fondear con éstos sus promesas de campaña, particularmente, el programa de salud universal.

Si las familias estadounidenses han decidido reponer el ahorro perdido, lo cual implica que el consumo permanecerá deprimido en los próximos años, y si una proporción mayor del ingreso irá a pasar a las arcas del gobierno mediante impuestos más altos, ¿cuáles son las buenas noticias para las empresas que está descontando el generoso comportamiento del mercado accionario?

Para saber si una acción está barata o cara tenemos que comparar su precio con la capacidad que la empresa en cuestión tendrá para generar utilidades en los próximos años. En base a este criterio, la bolsa estadounidense está hoy en el punto más caro en los últimos años, similar a donde estaba en octubre de 2007 antes de que los problemas empezaran[2]. Es usual ver que cuando se recuperan los mercados después de un terremoto, los precios suben conforme las empresas se recuperan. En este caso, el alza en precios es atribuible únicamente a que estamos pagando más caras las raquíticas utilidades.

Las reacciones pavlovianas son peligrosas en medio de la peor crisis en casi ochenta años. El entorno que viene será difícil para las empresas, y los gobiernos jugarán el peligroso juego de ver hasta dónde pueden apretar el cuello de los contribuyentes sin provocar que éste se desmaye. Y, por cierto, si usted cree que serán China y los mercados emergentes quienes salven el día, recuerde que, eventualmente, éstos dependen de que el consumo final se recupere y que eso permita que los primeros exporten bienes terminados, y los otros le exporten insumos a los primeros. El consumo no regresará a lo que era por muchos años.

Si siente que secreta jugos gástricos cuando se prenda una luz, resista la tentación y tome un antiácido. Mantenga el frasco a la mano, porque los mercados pueden ignorar la realidad por un rato, pero tarde o temprano, siempre regresan a la cordura.

Jorge Suárez Vélez
Julio 9, 2009

[1] Iván Pavlov fue un científico ruso que recibió el Premio Nóbel de Medicina a principios del Siglo XX. Estudió los reflejos condicionales, demostrando que si antes de alimentar a un perro se prendía la luz, eventualmente al perro se le haría agua la boca cuando la luz se prendiera, aún sin presencia de comida.
[2] El múltiplo precio/utilidad esperado llegó a estar en 11.7 veces en su punto mínimo este año. Ahora, está en 14.5 veces. Si lo analizamos en base a las utilidades conocidas, estaba en 17 veces y hoy llega a 23.3 veces.

Nota: Jorge Suárez es columnista en la cadena CNN y gentilmente aceptó colaborar con RoccaCharts para la publicación de sus escritos.

1 comentarios:

Anónimo dijo...

Hola Rocca,
me gusta mucho ese articulo y lo alrededor, o sea tus RoccaCharts.
es verdad, que las inversionistas comun y tambien ciertos periodistas que piensen en huellas pisadas y llegan a conlcusiones ajena de la realidad. Aunque tenian la posibilidad de convencerse si los ideas coinciden con la realidad.

Solamente el chart de un indize bastaria.
Pero lo que pasa, si el se mueve en una direccion no esperada segun sus ideas,
no lo crean lo que ven sino hacen como tu famoso pero con agua en la baoca. que espera alimentacion,- asi los convecidos tipos esperan que no demora mucho y el chart se va (si tiene que ir !) en la direccion de sus pensamientos.


(Ojala que me expreso comprensible)
saludos


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